“Entusiasmo duplica y entusiasmo vende”. La frase la suelta Fernando De Narváez con una sonrisa, y resume buena parte de esta conversación: así como en los 90 conquistó a Costa Rica con mapas gigantes, música y personajes inolvidables, hoy vuelve a prender la chispa para una nueva generación. Sí, Los Zumbis vuelven y el relanzamiento arranca —cómo no— desde Tiquicia.
Todo empezó con una llamada “de larga distancia” (cuando esas cosas costaban). Fernando marcó a La Nación, pidió una cita con Daniel Robert, y se apareció con posters, muñecos, camisas y una presentación de esas que convierten escépticos en fans. Se sumó Luciano Cisneros —el “papá de Los Zumbis” en Costa Rica—, hubo contrato ese mismo día y la promesa de expansión regional. Llegaron patrocinios (McDonald’s incluido, con vasos y llaveros), activaciones, rifas con montañas de cupones, y hasta un sorteo de auto. El resto es historia… y ritmo.
Porque lo Zumbi nunca fue solo tinta. El salto al escenario nació cuando Fernando, fan declarado de KISS, montó para su hija un show casero con disfraz gigante, guitarras, batería y luces. Gustó tanto que empezaron a llamarlo. Hoy habla de 300 disfraces en su casa-taller y de un formato que suena a definición perfecta: música en vivo + títeres + participación constante. Un concierto juguetón donde un títere interrumpe el solo de guitarra, una princesa hace karaoke y los niños no tienen tiempo de aburrirse (y los papás tampoco).
La parte geek del proceso, versión noventas, es una delicia. Nada de adjuntos por correo: cartón paja, color en témpera (por el punto de impresión en periódico), separación de color en tambor, pruebas y negativos enrollados que cruzaban aduanas (con susto de impuestos incluido). Detrás, una mini-fábrica creativa: un amigo “arquitecto” resolvía fondos, coloristas a témpera, y Fernando llenaba cada escena de gags: caídas, travesuras, guiños que obligaban a explorar el mapa entero. “Cada Zumbi está haciendo algo; por eso te quedabas mirando todo”.
El branding también tiene su anécdota. Empezaron como “Zumbies” hasta que el registro empujó a crear La Familia Zumbi (papá, mamá, niña, bebé). Con los mismos dos ojos hubo que construir proporciones para que uno pareciera papá, otra niña, otro roquero. “Me tomó un año darles cara”, dice. Y deja una lección para creadores: elegir nombres que se oigan y se escriban igual. Su correo favorito lo demuestra: ganasdeaplaudir@… (imposible de letrar mal).
¿De dónde sale el look? Fernando mezcla la moda de dinosaurios de la época con rasgos humanos: “Son una especie entre dinosaurios y humanos”. Y a la vez celebra que cada quien lo interprete a su manera (si de niño los viste como microbios antropomórficos, también vale). Esa apertura explica parte de la conexión emocional que despiertan.
El impacto está en las anécdotas. En un McDonald’s, una señora se acercó a agradecerle: su familia, antes desunida, se reunía los jueves alrededor del periódico para buscar a Los Zumbis. En el Parque de Diversiones, un niño pidió un autógrafo en su hora de almuerzo; Fernando primero dijo que volviera más tarde, pero se arrepintió y regresó para firmarle. “Verlo feliz valió todo”. Ahí asoma otra regla editorial Zumbi: humor blanco, cero política o religión, puro cotidiano donde cualquiera se reconoce.
Hubo olas y contracorrientes. Siete “temporadas” en prensa: Zumbis 1, Zumbis 2, Supergenio (con canción), diccionarios ES–EN/EN–ES, y Zumbis 3D que funcionaban con y sin gafas. El ecosistema cambió cuando los periódicos empezaron a vender coleccionables y enciclopedias: el espacio mutó, y Los Zumbis siguieron vivos en el show en vivo. ¿Estados Unidos? Estuvo a punto con el Miami Herald, hasta que Andrew (el huracán) tiró la mesa. Toca seguir, aprender y volver.
Sobre tecnología, Fernando no es talibán: no está en contra de la IA; quiere jugar con ella, aunque confiesa que aún no consigue un Zumbi “perfecto” generado por máquina. La imaginación ya corre hacia una app con mapas nuevos y contadores para encontrarlos con amigos en tiempo real. Y la novedad: una empresa con licencia ya trabaja el relanzamiento, empezando por Costa Rica y mirando a EE. UU. con mentalidad 2025.
Nos quedamos con su ronda geek (KISS, “Detroit Rock City”, Superman arriba, Batman segundo) y su manifiesto para creativos:
“Tengan un sueño, créanle y enamórense de él. Hagan las cosas con pasión; la plata llega por añadidura. Escuchen consejos, pero decidan con su gut. Si amas lo que haces, es más fácil que otros lo amen.”
Y ese cierre de show que pide aplauso final: “Soy Fernando… y ese fue el show de Los Zumbis. Chao.”
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La charla está llena de reliquias noventeras, hacks creativos y planes para la vuelta de Los Zumbis. No te quedés en el resumen.
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